Me empecino en crear…

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Me empecino en crear porque algo más se empecina en destruirme. Quien está triste, busca tu sonrisa; a quien destruyen, busca crear (se) y, cuando entiende que la música que se lee entre líneas es sólo para sí mismo, la creación se vuelve un acto necesario de egoísmo constante. Me empecino en crear porque ellos – con decenas de nombres – se acostumbran a mis acciones porque eso es más sencillo que amar.
Y me acostumbré a crear. Después vino el amor. Y al final quise crear para mí. Por eso busco crear, porque cualquiera sabe cómo destruir.

Danzando con lobos, comiendo con personajes…

Nunca quise tanto a nadie en mi vida; nunca un ser extraño le llamé ‘mi familia’ — Héroes del silencio, Flor de loto.

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«Desde el retrete»

Es complicado. Me he dedicado a hacer historias desde hace seis años exactamente. Aunque mi novela Temporada de Diablos sigue en estado de «cuajado» (es decir, sigue en versión borrador, aunque la historia está allí), llevo cerca de un año con los personajes en la cabeza. La escritura me ha llevado desde noviembre, sin contar los meses de diciembre a junio, que fue cuando no toqué el texto para nada… ¡Nada! Es decir, esas cien mil palabras de personajes, situaciones, lágrimas, risas y porquería se han hecho sólo en dos meses: noviembre de 2013, para NaNoWriMo del mismo año, con 53,000 palabras alcanzadas, y otras 50,000 palabras durante el mes de julio 2014. 
Empero, debo confesar que, vivir con la personalidad de unos sujetos que emergieron de mi cabeza es un fango con tripas de gato… imaginen lo que es dormir, comer, desayunar, bañarse, hacer tarea, leer, beber y fumar con dos sujetos (tres sujetos) (seis sujetos) = treinta y seis nombres de, los cuales, seis se hacen los no-muertos, los que apañan tu mente, que agandallan lo que hay en el ático de lo inconsciente… ¿Qué es escuchar música sin que ellos le pongan su etiqueta a cada verso y nota de alguna rola? Si los personajes principales no han echado a su costal sus chivas, puedo decir que van a vivir conmigo en la misma cabeza, en el mismo aparador que se posa frente al espejo y dice: hey, esto eres tú… (dicen).

¿Qué es vivir sin personajes? ¿Qué es no ser un personaje? Podemos preguntarnos, creo, en qué límite eres persona-personaje… preguntarnos si sólo son fronteras o extensiones. 

¿Cómo es vivir en la misma cabeza? Un relajo: nadie respeta los horarios de llegada, entrada y salida…